miércoles, 2 de noviembre de 2011

Al menos 272 padres canarios denunciaron a sus hijos en 2010

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Fundada en los años 70, la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) es un referente en materia de asistencia integral a menores. De hecho, la línea telefónica de ayuda gratuita que puso en marcha en 1994 ha recibido en los dos últimos años más de 15.000 consultas desde Canarias. De esta cifra, buena parte se corresponden con denuncias realizadas por padres incapaces de controlar a sus hijos, un problema cada vez más común y preocupante
En términos generales, relata Estebaranz, “son llamadas de madres y padres que afirman estar sobrepasados y no pueden controlar la conducta de sus hijos preadolescentes y adolescentes”. Éstos, a partir de 11-12 años, empiezan a presentar una ausencia total de respeto a las normas de la casa y no solo son desobedientes, sino que “dan un paso más, y llegan a discutir verbal y físicamente con sus padres. Algunos incluso se fugan, roban y agreden a sus progenitores”, subraya el psicólogo.
En la mayoría de los casos, se plantean situaciones muy graves, en las que “tanto los padres como los hijos nos relatan el desprecio por las normas, el absentismo escolar, las infracciones, los actos delictivos y, en ocasiones, la agresión”, arguye Luis Estebaranz, quien considera que “el exceso de permisividad en la educación de los hijos trae consigo niños que no aprenden a tolerar la frustración y a respetar las normas”. Por eso, según él, “es básico educar en un entorno democrático, en unos límites y normas claras, sin violencia y respetando los derechos”.
Cuando ocurren situaciones de este tipo, expone el responsable de la línea de atención telefónica de ANAR, “los padres están desconcertados, porque no se pueden imaginar que sus hijos puedan llegar a este tipo de conductas”. “También están heridos emocionalmente y sienten vergüenza y temor a que este hecho sea conocido por el entorno o la propia familia. Si esto sucede en ámbitos locales más pequeños, se acentúa todavía más, porque existe el miedo de que se entere todo el pueblo.