domingo, 25 de marzo de 2012

Me lo decía mi abuelito


Nicolás Guerra Aguiar / Las Palmas de Gran Canaria

Allá por los setenta del siglo pasado, el cantaautor Paco Ibáñez le puso música a muchos poemas de creadores españoles. Y quizás por una especial disposición musicó más de una vez a José Agustín Goytisolo. Guardo de aquella época una grabación realizada en el teatro Olimpia de París. Allí cantó con éxito Me lo decía mi abuelito, estructura poética goytisoliana de cinco estrofas cuyo estribillo es «Me lo decía mi abuelito / me lo decía mi papá / me lo dijeron muchas veces / y lo olvidaba muchas más».
   Lo recordé hace unos días tras leer el abuelete mensaje (dicho con el máximo respeto) del señor presidente de Canarias. Porque les envió el señor Rivero Daute una recomendación a los jóvenes canarios, las decenas de miles de pollillos -titulados o no- que no consiguen puestos de trabajo. Y les dijo que a causa del boom turístico y de la construcción habían perdido «los valores de sacrificio, esfuerzo, trabajo, y de reto inculcado por sus mayores». (Pero, ¿se acomodaron ellos por sí mismos o fueron sus padres quienes les pusieron todo en las manos?) Otrosí: y que se habían hecho unos comodones, pues vieron como un inconveniente el traslado por cuestiones laborales incluso dentro de su misma isla, comportamiento que puede ser cierto en casos muchos pero no en las mayorías, en cuanto que son conscientes de la obligatoria movilidad para conseguir la independencia. (Me parece algo osado, con mis respetos. Ofrézcales trabajo en otra isla a los grancanarios treintañeros en paro, ¡ni uno faltaría a la cita!)
   De paso, aprovecha el señor presidente para loar a los abuelos que emigraron e hicieron las Américas por negativas situaciones económicas en Canarias. Hubo épocas de hambre, miseria, pobrezas y terribles penurias, en efecto; pero otros –lo olvida el señor presidente- huían de los vencedores en la Guerra civil, aquellos, los obreros republicanos. Varias islas casi se despoblaron porque tras el final de la II Guerra Mundial el país quedó aislado, y los mercados europeos se cerraron a los productos canarios (influyeron también las sequías, 1944, 1948). Y hubo que emigrar: Venezuela fue la gran receptora, pero también Cuba, Argentina. Sin embargo, no todos triunfaron: miles de ellos desaparecieron o murieron en el intento, ahogados (La Elvira, 1949), asesinados, pero también explotados en esclavitudes, más miserias.
   Hoy cuenta Canarias con un Gobierno autónomo entre cuyos organismos figuran, por ejemplo, las consejerías de Cultura… Políticas Sociales y Vivienda; Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas; Empleo, Industria y Comercio; Obras Públicas… con sus correspondientes departamentos. Así, las más significadas en este caso (Políticas Sociales, Vivienda, Empleo, Industria, Comercio) cuentan con viceconsejerías, direcciones generales de Políticas Sociales, Trabajo, Comercio y Consumo y secretarías generales técnicas de Políticas Sociales y Vivienda, Empleo, Industria y Comercio, a la vez que direcciones generales de Trabajo, Comercio y Consumo. Y aquí me paro para no llenar este párrafo con nombres de organismos oficiales al mando de responsables políticos que cobran sus nominillas, muy espléndidas muchas de ellas, ¿a que sí?
Pero ante la gravísima crisis económica que lleva al señor Rivero a tales abueletes mensajes a la juventud (insisto, con mi máximo respeto al señor presidente), me surgen dudas: no hay dinero; en Canarias domina el paro; los jóvenes la tienen nigérrima o negrísima: entonces, ¿para qué necesitamos tantos y tantos organismos como los apuntados arriba, en cuanto que sus presupuestos casi dan solo para nóminas? ¿Para qué consejeros, viceconsejeros, directores generales, secretarios generales técnicos… si nada se mueve porque nada hay para su actividad? ¿No sería más racional, digo, pregunto, reestructurar y ahorrar centenas de miles de euros que se gastan en nóminas a políticos –con asesores, secretarios, jefes de gabinetes- que nada hacen en cuanto que nada pueden hacer, por mucho que se intitulen de Comercio, Empleo, Políticas Sociales…? ¿Y esos millones de euros no servirían para crear empleo? (Pero no envíe a los pollillos a Cuba, Venezuela, señor Rivero, ¡los canarios e hijos de canarios están regresando, asfixiados! ¿Acaso a Europa? Pregúntele a su señora exconsejera de Educación por el nivel que ella fortaleció –es un decir- en Inglés)   
   No, señor Rivero. La cosa no es así, ni esa es la solución. Los padres de tales miles de jóvenes pagan impuestos para que los políticos y los Gobiernos encuentren soluciones que no consisten en invitarlos a emigrar ni, por supuesto, en subir tributos, tasas de vados, de coches… o implantar zonas verdes (verde pintura, claro) para cobrar a los vecinos capitalinos que ya abonan gravámenes municipales por sus vehículos.
  En conclusión: permítame decirle con la máxima consideración, como ciudadano canario, que esto no es racional ni lógico, mucho menos justo. Cuando usted les dice a los jóvenes (¿a todos, señor presidente?) que emigren, no puede pensar en América, eche un vistazo a la calle. Quizás quiso usted decir África, que tampoco: sus bachilleres huyen de aquellas tierras, no parece que sean las más recomendables para nuestros hijos, cuestión de supervivencia. Porque a ustedes se les elige y paga –y con dadivosidad, pues no hay una plaza vacante en la política, ni se espera- para que solucionen, mas no para quitarse responsabilidades de encima y enviar mensajes como el abuelito de Goytisolo. Para eso, señor presidente, para decirles que se vayan, no hace falta un Gobierno canario. Las decenas de millones que nos cuesta serían la solución para nuestros jóvenes, o parte de ella, es cierto.