jueves, 16 de julio de 2015

No es un éxodo, es un goteo

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Se marchan, pero no son tantos como en ocasiones se dice. La crisis ha resucitado el fenómeno de la emigración: muchos jóvenes han abandonado el domicilio familiar y se han comprado un billete de avión para algún país, casi siempre europeo, con la intención de probar suerte: algunos la han encontrado y otros han tenido que darse la vuelta. No hay cifras exactas: muchos de los que se marchan no se registran en los consulados de los países de destino, por lo que resultan, estadísticamente, invisibles. No obstante, según el Gobierno central, entre enero de 2012 y junio de 2014 se marcharon del Archipiélago 10.014 personas con nacionalidad española. ¿Todos eran jóvenes cualificados para los que el mercado no tenía ni siquiera una oportunidad?

La respuesta es complicada, pero los expertos, en su mayoría, admiten que partidos políticos y medios de comunicación han utilizado erróneamente las estadísticas que miden este fenómeno; a veces, en el caso de los políticos, con fines electorales. Pero también coinciden en que en el caso de los autóctonos, esa huida, que no ha sido ni mucho menos masiva, ha estado protagonizada, esencialmente, por jóvenes titulados. Ha sucedido en Canarias y en el resto de España. Así y todo, no son comparables en número a los miles de inmigrantes que vivían desde hace años en nuestro país, que ya habían obtenido la nacionalidad española, y que han tenido que irse. Es decir, entre esas más de 10.000 personas que se marcharon, muchos eran latinoamericanos que hace años cambiaron de residencia en su búsqueda por un futuro mejor. Han tenido que desandar el camino porque han sido los primeros expulsados por la crisis.